27 de Abril de 2009
Entrevista a Santiago Montoya
Se anima a decir que “cuando acá hubo actos políticos, se
pretendía movilizar dándole asueto al personal para que
concurra a los actos. Todos los organismos daban asueto.
Pero yo no. ¿Qué carajo tiene que ver ARBA con el acto
político de un partido? Lo hice durante mis siete años”.
Pero se cuida obsesivamente de no quedar mal con Kirchner:
“Nunca escuché a un funcionario diciendo ‘a mí la orden me
la dio Kirchner’.
Tampoco escuché a Scioli ni a Solá decir
‘tengo que hacer esto porque me lo dice Kirchner’”. La
intimidad del poder en el distrito más importante del país y
la crisis económica que se viene contada desde dentro por el
único actor principal que cruzó a
Ruckauf,
Solá y Scioli.
“TENGO VOCACION POLITICA, de liderazgo. Con Lavagna
representamos algo que puede ser un aporte.”
—Que Scioli haya designado al ministro de Economía para
reemplazarlo indica que el ex ministro no estaba a la altura
de su cargo o que ser titular de la Agencia de Recaudación
de la provincia es tan importante como el Ministerio de
Economía.
—La agencia de recaudación de la provincia tiene rango de
ministerio, o por lo menos su titular lo tiene. Es obvio que
en el distrito con mayor recaudación propia es absolutamente
estratégico y lógico que tenga ese nivel. La Argentina no ha
tenido en los últimos cincuenta años muchos recaudadores que
hayan cumplido su tarea con trascendencia.
—¿A quiénes destacaría?
—No puedo olvidarme de Tacchi, por esa pasión que tuvo
siempre y por el cariño que yo le tenía, podemos hablar de
Cossio y de Alberto Abad. Perelmiter es un hombre de bien,
un experto en impuestos. Vamos a ver cómo funciona, pero
estoy feliz con que él sea mi reemplazante.
—¿Que Rafael Perelmiter haya sido contador de la frustrada
Casa Scioli de electrodomésticos es un antecedente
profesional suficiente para ser ministro de Economía del
segundo presupuesto de la Argentina o titular de la segunda
Agencia de Recaudación?
—Nadie tiene antecedentes en la Argentina. Siempre hay que
probar y arriesgarse.
—¿Fue el propio Perelmiter el que le pidió la renuncia?
—Sí.
—Con su rango de ministro, ¿no es equívoco que un par sea
quien le pida la renuncia?
—El era el hombre de enlace y con quien yo más cómodo me
sentía, fuera del gobernador. La diferencia que tiene
conmigo, aparte del perfil profesional, es que no quiere
saber nada con los medios, y yo me siento cómodo comunicando
las cosas que hago. Tiene una visión de la realidad, un
pasado de izquierda pero, obviamente, no tiene un presente
de izquierda, pero sí un presente crítico sobre la realidad
y una vocación por una sociedad más justa.
—¿Que la Casa Scioli haya quebrado bajo su administración es
un antecedente negativo para cualquiera de las dos
funciones?
—No tengo idea de cómo ha sido. Los contadores no son los
que toman las decisiones en las empresas. ¿Cómo podemos
saber si fue una consecuencia del mercado o si él asesoró
correctamente al que tomaba las decisiones, pero tomó otra?
—“No declaramos los bienes de Karina porque fue un error
mío”, dijo a PERFIL Perelmiter cuando era contador del
entonces vicepresidente Scioli. ¿No son muchas
desprolijidades?
—Lo que hizo fue asumir la responsabilidad de un error. Esto
demuestra que es un hombre de bien; también demuestra que
cometió un error. La pregunta es si son cien errores, mil,
comete errores todos los días o cometió un error en treinta
años de vida profesional. Si me puede hablar de uno, le digo
que estamos en presencia de un ser humano. Yo habría
preferido que no cometiera ningún error, pero también
preferiría no haber cometido algunos errores que cometí.
Cuando ARBA se crea, el hombre que teníamos de contraparte
para discutir los aspectos legales de la ley era el propio
Perelmiter. Fue muy positivo durante las implementaciones de
los empalmes presupuestarios, por ejemplo, del
fortalecimiento de la planta de inspectores que se llevó a
cabo en la primera mitad del año pasado. Si no tenemos
currículum de recaudadores que califiquen para un sillón tan
importante como ése, y tenemos que improvisar…, si no es uno
de estos tres que mencioné (Tacchi, Cossio o Abad), prefiero
uno que estuvo cerca de la creación de ARBA y que dio
muestras claras durante el período de transición de que no
estaba poniéndole palos en la rueda.
—La provincia de Buenos Aires tiene una deuda similar a la
recaudación de un año y medio, ¿Técnicamente no está
quebrada?
—Hay países que tienen eso. Pero sería difícil que un banco
nos dé un crédito con nuestra carpeta.
—La provincia tiene un déficit crónico que oscila alrededor
del 10% de la recaudación. ¿Un Estado con 10% de déficit
fiscal no estaría en insolvencia?
—De la recaudación, no. Recién hicimos un análisis
equivocado, porque hablamos de la recaudación propia cuando
hablamos de la deuda, pero los ingresos totales de la
provincia son superiores. Es menos de un año. La provincia
recauda este año más o menos 22 mil (millones) y un poco
menos de eso le viene de la coparticipación. La suma de los
dos es superior a la deuda.
—¿40 mil millones?
—Más o menos, de ingresos propios corrientes. Luego vienen
transferencias, endeudamiento y otras cuestiones, y se llega
a un presupuesto de 48 mil, como el de este año.
—Entonces tiene 8 mil millones de déficit sobre 48 mil. Si
fuese un país con el 20 por ciento del déficit, ¿no estaría
quebrado?
—Sí. Incluso, con ese 20 por ciento (solo) de déficit porque
además, si miramos la realidad de la provincia y tenemos en
cuenta las demandas sociales y de infraestructura,
estaríamos hablando de un déficit real mucho mayor. Creo que
la mitad de los accidentes en las rutas se deben a que son
carril de ida y vuelta juntos. Es falta de inversión en
infraestructura vial en treinta años.
—¿Aun ese “solo” déficit de 8 mil millones que cubre la
Nación no hace al gobernador de Buenos Aires, literalmente,
un rehén de la Presidenta?
—Hace poco estuve con un especialista y vimos que son 23 los
países federales en el mundo, y la Argentina es el que tiene
la mayor concentración de recursos fiscales en la Nación
frente a una situación de gastos descentralizados. El origen
de esta situación fue la política de los años noventa, que
consistió en transferirles a las provincias los hospitales,
la educación y todos los gastos, sin transferirles los
recursos.
—¿O fue culpa también de las administraciones más actuales
que les sacaron los recursos creando impuesto al cheque o
retenciones?
—Se agravó, pero no empezó. En los 90 el sistema económico
no permitía el montaje de fuentes de recursos adicionales a
las vigentes que no eran coparticipadas. Había una política
de reducir distorsiones en la economía, con el impuesto al
cheque había que bajarlas, y recuerde que no había espacio
para retenciones. De un saque, esos gastos que soportaba la
Nación lo tuvieron que hacer las provincias, pero los
ingresos fiscales los seguía teniendo la Nación. Ahora se
agravó porque, como consecuencia del nuevo esquema de fines
de 2001 y de 2002, aparecen las retenciones, el impuesto al
cheque se cuadruplica. Fue con Duhalde.
—¿Se podría decir que nadie puede gobernar la provincia de
Buenos Aires si no cuenta con el apoyo del presidente de
turno?
—En una primera aproximación, es así. En una segunda, yo
plantearía que la provincia de Buenos Aires es un monstruo
que está alrededor de la Ciudad de Buenos Aires. Yo no sé
quién sería capaz de…
—¿Ser presidente con la provincia en casos?
—Claro. Usted tiene un anillo con 8 o 9 millones de personas
de las cuales 6 o 7 millones son pobres. Desde el punto de
vista de los números, un analista diría: “Este va a tener
que hacer todo lo que le diga el otro”. Pero desde el punto
de vista de la realidad, creo que nadie podría jugar tanto
con fuego.
—¿Podríamos equipararlo a la Guerra Fría entre la URSS y
Estados Unidos, cuya regla de mutua disuasión se basaba en
que cada uno podía producirle al otro enorme dolor?
—Es muy bueno su ejemplo, pero, como argentino, me niego a
pensar que sea parecido a una guerra.
—¿Cómo evolucionaron el déficit, la deuda y la dependencia
patrimonial y operativa de la provincia con el Ruckauf del
final, con los dos períodos de Solá y ahora con Scioli? La
dependencia de la provincia es mayor de lo que era. Este
déficit de 8 mil millones, que con amortizaciones de capital
alcanzan a 10 mil millones, en la época de Solá era de
1.500.
—Un proceso como el que dice pasó, pero con un matiz. Cuando
llego a la provincia, estábamos todavía “levantando los
muertos de la plaza”. En esa crisis, la provincia también
tenía un desequilibrio fenomenal, a tal punto que llegamos a
pagar los sueldos el día 23 del mes siguiente, y con un 60
por ciento de Patacones, hasta que la recaudación reaccionó
en abril de 2002, y cuando esperábamos llegar al mes
siguiente al 70 por ciento de Patacones, ese porcentaje
empezó a bajar porque la recaudación provincial empezó a
recuperarse debido al primer plan que implementamos.
—¿Estuvo peor en 2002, mejoró con Solá y ahora volvió a
estar peor?
—Ahora creció (la dependencia).
—¿Hay riesgo de que la provincia vuelva a tener que imprimir
algo similar a los Patacones?
—No escuché ninguna conversación concreta en la provincia.
Pero nadie sabe hasta qué nivel puede llegar la crisis
financiera internacional. Si la situación se consolida, y no
sigue cayendo y complicándose la situación económica, es
probable que consigan estabilizarla. Hay un problema muy
serio y yo me imagino que se utilizarían, llegado el caso,
todos los instrumentos necesarios para que la Argentina
pueda salir adelante.
—¿Todos?
—Si estuviera en el gobierno y viera que mi país está
hundiéndose, utilizaría cualquier instrumento que esté
dentro de las leyes. Espero que no se llegue a esto. Si se
logra estabilizar la situación en la provincia y en la
Argentina, podríamos pasar estos tiempos sin esa necesidad.
—No es que en los 90 se imprimieron Patacones porque había
convertibilidad y la Nación no podía imprimir billetes. Hoy,
que la Nación puede, ¿no sería más lógico imprimir billetes
que Patacones?
—Los riesgos son mínimos y la Argentina ya aprendió que las
cuasi monedas nos hacen retroceder muchísimo. Uno no puede
tampoco abusar de la impresión, no somos Estados Unidos, que
puede imprimir dólares y colocarlos en todo el mundo.
—Los Patacones también aumentan el circulante.
—Las cuasi monedas deberían ser la última opción, y la
penúltima también está muy lejos porque imprimir billetes de
pesos argentinos traería inflación.
—¿Hay riesgo de que los fondos de los jubilados provinciales
sean consumidos en exceso y no sean suficientes para encarar
las jubilaciones del futuro?
—No conozco el problema.
—¿Encierra algún significado que su reemplazo al frente de
ARBA por Perelmiter haya permitido que el nuevo ministro de
Economía de la provincia de Buenos Aires sea Alejandro Arlía,
quien fue subsecretario de Relaciones con las Provincias del
Ministerio de Economía de Duhalde?
—No pensé en eso.
—El reemplazante de Alejandro Arlía en el Ministerio de
Producción de la provincia es Martín Ferré. Sus antecedentes
son legislativos, ¿tiene experiencia en el área económica y
ejecutiva para el cargo o Scioli se quedó sin funcionarios
tras el ascenso de Débora Giorgi?
—Nunca conversé sobre lo que había hecho antes. No lo sé.
—Usted estuvo siete años en el mismo cargo, ¿qué otros
antecedentes de funcionarios relevantes recuerda que hayan
pasado siete años en un puesto?
—Uno de ellos está en la Comisión de Actividades Espaciales.
Probablemente, sean el mejor equipo de la función pública
argentina. He visto la pasión, hablan cuatro horas cada vez
que uno le pregunta un detalle y, por suerte, la Argentina
lo ha respetado en su lugar. Hay segundas líneas en varios
organismos importantes, el Banco Central, la Secretaría de
Hacienda de la Nación. No quiero olvidarme de alguno, pero
no conozco mucho más que lo que mencioné.
—Reutemann dice que él no es tan de derecha como creen, que
es de izquierda, pero no como Kirchner, sino de
centroizquierda. ¿Me ayuda a entender cómo piensan en el
peronismo izquierda y derecha? Siguiendo el razonamiento de
Reutemann, ¿Scioli es la izquierda?
—¿Qué importa si estoy dos milímetros más a la izquierda o a
la derecha? Tenemos que sacar el país adelante, estamos en
el medio de una crisis internacional que nadie sabe hasta
dónde llega como amenaza, pero todos saben que representa
una gigantesca oportunidad. Estados Unidos nos está
mostrando otra forma de hacer política frente a las crisis.
Obama se mató con Hillary Clinton en las primarias, pero es
demócrata, y está en el gobierno. Muchos funcionarios claves
de primer nivel de la administración de Bush están
compartiendo el gobierno con Obama. En España pasa el
gobierno de centroderecha al de centroizquierda y las
políticas se mantienen con una importante coincidencia sobre
lo que hay que hacer con la realidad y el rumbo de mediano y
largo plazo. ¿Qué importa de qué soy? Yo no quiero hablar de
si soy de centroizquierda o centroderecha, quiero hablar de
lo que vamos a hacer.
—Kirchner acusó al PRO-peronismo de ser una continuación del
modelo de los 90. ¿Es totalmente arbitraria esa presunción?
—La Argentina moderna tendrá que tener elementos y
condimentos de experiencias del pasado, de las que
desechamos por malas y las que tomamos por buenas. La verdad
es que ni me importa si toman elementos de los 90.
—¿Rescata parte de los 90?
—¿No somos, incluso a nivel humano, consecuencia de las
cosas malas y de las buenas del pasado? Me parece que el
país es lo mismo. Obviamente, hicimos cosas muy malas que no
debemos volver a hacer.
—¿Y buenas?
—Para mantenerlas. Así se hace la política de Estados y se
trazan los rumbos estratégicos de las naciones.
—¿El 9 de mayo se confirmará que Montoya se presenta como
candidato a diputado de la provincia de Buenos Aires por el
PRO-peronismo?
—No tengo idea. Recordemos que no hace más de una semana de
una salida más que desconcertante para mí. Yo había tenido
muchas veces conversaciones con los distintos sectores, y
alguien me preguntó qué iba a hacer, y yo le dije que estoy
con Daniel Scioli y que no traiciono. Quisiera poder
mantenerme afuera de este proceso electoral que viene, salvo
que alguna propuesta o algún proyecto fuera tan seductor que
me entusiasme. Tengo dudas de que, con la cabeza mitad
adentro de ARBA y mitad afuera... La racionalidad dice que
di vuelta la página, pero es imposible haberse organizado
todavía.
—¿Puede continuar desde algún lugar legislativo?
—No es una opción que se haya descartado. Lo único que puedo
descartar es que hagamos cosas ilegales o estafemos gente o
ayudemos a evasores para que burlen a ARBA. Lo demás es
posible.
—Hay tres casos recientes de funcionarios económicos que
salieron del Gobierno con distintas suertes: Lousteau muy
herido políticamente y Lavagna y Prat-Gay transformados en
políticos y candidatos. ¿Qué diferencias y similitudes
tienen esos casos con el suyo?
—En los cuatro casos, conmigo incluido, porque yo tengo
vocación política y de liderazgo, diría que representamos
algo que no había pensado, pero tiene sentido. En los 90
había un gran peso de la cuestión técnica económica sobre la
política, y eso no es lo natural, porque en una nación es la
política la que tiene la conducción y la que fija las reglas
del juego. En este nuevo siglo estamos viendo como un peso
diluido de la técnica sobre la política. Y me parece ver en
el proceso de que emerjan figuras como Lavagna, Martín
Lousteau, Prat-Gay y yo que representamos algo que puede ser
un aporte para el país para conciliar los dos mundos
(técnica y política).
—Scioli despegó a Kirchner de su despido diciendo: “Yo soy
responsable de armar mi gobierno, prueba de ello es que si
ustedes repasan todo lo que es el armado de mi gobierno, se
van a dar cuenta con toda claridad de que tiene
absolutamente mi impronta”. ¿Es así?
—Si recorre el gabinete, es así. He presenciado que son
personas que él invitó.
—¿Podría poner un ministro que fuese rechazado por Kirchner?
Se puede elegir y el otro puede tener el veto.
—Cuando estaba en el gobierno de Felipe Solá, lo escuché
decir que Kirchner decía que no le gustaba que le pusieran
ministros, así que por lo tanto no le iba a estar poniendo
ministros a él.
—Una cosa es poner y otra vetar.
—¿Cómo puedo saber eso?
—Concretamente: ¿a usted lo echó Scioli o Kirchner?
—Le voy a decir algo que no creo que sea lo que quiere
escuchar ni les va a gustar a los lectores. Estoy casi
seguro de que Kirchner no tuvo nada que ver, salvo el quedar
atrapado, al igual que yo, en el medio de toda esta
situación.
—¿Quién lo pidió?
—No lo sé. No sé si fue una torpeza política en la
operación. La única candidatura del oficialismo con nombre y
apellido asertivamente instalada en el país hace cinco días
es la de un candidato a concejal de San Isidro.
—Usted dice que esa instalación no fue obra de Kirchner.
—Estoy seguro.
—Eso no quita que, atrapado por esa situación, haya sido
Kirchner quien pidió su relevo.
—No conocemos el entretelón. A Kirchner no lo conozco, nunca
lo he visto, nunca he hablado por teléfono con él. Entonces,
tengo que especular. Estoy seguro de que Kirchner ni
siquiera fue el de la idea de ponerme como concejal de San
Isidro.
—¿Quién tomó la decisión intelectual y no material?
—Scioli dice que me echó él.
—¿Le cree?
—Sí.
—Usted dijo: “Yo no me enrolé en el ejército, si me hubiera
enrolado, me podrían haber dado la orden” de sumarse a las
candidaturas testimoniales. ¿Quién comanda ese ejército al
que no adhiere?
—Hubo muchos intendentes que no aceptaron presentarse como
candidatos y no fueron despedidos o forzados a renunciar.
—Ud. no era funcionario electo; a los intendentes no pueden
pedirles la renuncia.
—No, pero ha habido casos políticos en donde sucedió. Yo
estaba a tiro de un papel y mi jefe político, que era Daniel
Scioli, en una decisión personal decidió hacerlo. El habrá
dicho: “Yo soy el general, voy a la carga al frente de mis
hombres y no puede ser que un coronel no venga atrás”. Me
parece que las cosas se presentaron más o menos de esa
forma. Cuando yo venía tratando de evitar que esto se
publique, porque había escuchado el rumor el día anterior,
insistí en hablar con él porque pensé que si algunos
intendentes y gobernadores aceptaron y otros no, me daba la
impresión de que había algún margen para la decisión
personal.
—Supuestamente, el gobernador no tiene la autoridad para
lograr que no se publique algo.
—Esto fue instalado desde fuentes oficiales. El periodista
Alfano, hace un par de días, en el programa de Magdalena
Ruiz Guiñazú, nos dejó a todos desconcertados cuando me
preguntaron sobre esto mismo y él dijo: “Yo fui el
periodista a quien le pasaron (la información) desde altas
esferas e insistieron en que se diera a conocer porque era
una decisión que se había tomado”. No podemos pedirle al
periodista que revele su fuente. Ricardo Kirschbaum, de
Clarín, en su editorial del viernes, dice que no chequearon
al interesado, o sea a mí. Si me hubieran llamado, habría
dicho que estaba esperando hablar con el gobernador, ¿no? Y
el periodista dice que no lo hicieron porque eran tan altas
las fuentes que parecía una decisión tomada. Hubo dos
periodistas que sostienen que hubo origen oficial de esto.
Ese origen oficial no fue nacional, fue provincial.
—Una vez que cometieron el error, ¿cómo hacen para pararlo?
—No se podía: sí o sí terminaba con mi renuncia. El problema
de publicar de esta manera me colocaba en la situación de
tener que decir no a Scioli y, obviamente, muchos iban a
interpretar que yo le estaba diciendo que no a Kirchner
también. En el momento que eso salió, me di cuenta de que
estaba completamente atrapado, porque en cualquier caso se
producía. Les pregunté a varios directores y altísimos
funcionarios de la prensa escrita. “No le hubieses
contestado a la prensa”, me dicen algunos. Yo les pregunto:
¿qué hubiera pasado sí me hubiera negado a la cuestión?
Habría puesto de título: “Montoya le dice que no a
Kirchner”. ¿Qué hubiera hecho usted si yo no contesto con un
comunicado, pero igualmente me niego a la candidatura?
—Usted dijo más que no.
—Sí, pero porque sentí que estaba atrapado. El día anterior
estuve tratando de pedir que no avancen con esto porque
tenía una entrevista con Scioli para hablarlo. No quería que
él sintiera que no lo apoyaba. Yo me estaba matando con el
plan de recaudación y los resultados estaban a la vista: el
día que me echaron fue el récord histórico en una economía
planchada. A un jefe uno no puede decirle que no a través de
terceras personas, cuando fue él el que por teléfono me
había dicho que quería hablar conmigo sobre esta cuestión.
—Eso fue antes de que se publicara.
—Eso fue el jueves de Semana Santa. Yo le dije que
habláramos de esto. Me dijo que cuando volviera de viaje
fuera a verlo. Cuando volví, él justo se había ido a Italia.
No hay ninguna otra candidatura presentada salvo esa. ¿Por
qué se apuraron a instalarla?
—Supongamos que es un error.
—Un error en el que fuentes oficiales llaman a los
periodistas para decirles que es oficial. Cuando me enteré
de que Scioli volvía, los rumores arreciaban, todavía no en
la prensa. Pedí entrevista y mis argumentos eran los que
puse en mi nota. Sentí que no podía decir que no, tenía que
tener algún argumento. Otros pueden decidir hacerlo (ser
candidato sin renunciar) porque todavía por lo menos no es
ilegal. Hay que dejar a la ciudadanía decidir si apoya eso o
no.
—Usted no está en contra de las listas testimoniales.
—Es como cuando se utilizan herramientas heterodoxas en
economía en momentos de crisis. ¿Le parece bien que Estados
Unidos nacionalice el Citibank? Tenemos que reconocer que
estamos en un momento difícil con un proceso político
complejo. Aparentemente, por las encuestas, la sociedad lo
rechaza en una alta proporción, pero si lo rechaza, que vaya
y que les diga que no. ¿Cuál es el problema de que la
sociedad les diga que no? Estamos en democracia para eso.
—¿Le parece que las candidaturas testimoniales son oportunas
en la crisis política que estamos viviendo?
—Me parece que mi candidatura no era oportuna.
—¿Su disenso es sólo con la suya?
—En mi renuncia puse que los jueces hablan con su sentencia,
los recaudadores con su recaudación y los probables
candidatos que no son, con su decisión. Yo no quise ser y me
costó caro, y sabía que me iba a costar caro.
—¿No fue siempre un ejército el kirchnerismo?
—Nunca me dio una orden ni nadie me llamó y me dijo:
“Kirchner ordena que hagas tal cosa”. Aunque sé que mucha
gente piensa así, ni siquiera me consta que Scioli esté
haciendo lo que le dicen. Estuve con dos gobernadores con
Kirchner como presidente de la Nación o del Partido
Justicialista y nunca escuché a un jefe mío recibiendo una
orden de Kirchner.
—¿Cada vez que un gobierno peronista pierde el apoyo de la
gente, un grupo del oficialismo se separa para crear una
oposición que permita al peronismo reciclarse?
—Sí. La forma que tiene el peronismo de crear líneas
diferentes es ésta, pero además es la forma que tiene de
reinventarse. Está como cambiando de formato.
—¿También Martín Redrado se alejaría del matrimonio
presidencial?
—No escuché nada.
—¿Escuchó que quisieran forzarlo a ser candidato por el PJ
en Capital?
—Es la primera vez que escucho eso.
—Como pronosticó Cobos, ¿la Argentina tendrá que volver a
pedirle dinero al FMI?
—Me puse feliz cuando la Argentina lo mandó a pasear al FMI
porque me pareció que iba a permitir, en algún momento,
retomar la relación desde un lugar mucho más digno. Me
parece que es momento, siempre que se pueda mantener sobre
la base de un país digno, que el FMI venga a conversar a ver
cómo puede ayudar con humildad. Creo que es inevitable que
más temprano que tarde deban retomarse las conversaciones.
Porque es la obligación de la clase dirigente utilizar todas
las herramientas que se pueda para salir bien parados de
esta crisis. Si la Argentina volviera al FMI sobre una
relación completamente distinta, creo que se pone todavía
más en valor ese hecho que creo que los argentinos le
reconocen a Kirchner.
—¿Si quisiémos ser un integrante pleno del G-20 no
tendríamos, supuestamente, que aportar al FMI, como Brasil,
que está entregando 4.500 millones de dólares? ¿La Argentina
no tendría que poner 2.500 millones de dólares en lugar de
recibir?
—Las circunstancias son esas. Los países del G-20 están más
en una situación de poner y no de pedir.
—Estamos en el G-20 por los 90.
—Probablemente. No me parece grave que el G20 pueda dar un
tratamiento distinto a uno o más de uno de sus miembros.
—La Argentina siempre es el vivo del planeta: cuando nos
conviene somos grandes, cuando no, chicos. Lo mismo sucede
internamente: cuando nos conviene, ley de lemas; luego no,
listas testimoniales...
—Esto pasa por estar discutiendo las cosas que no son
importantes, como si soy de centroizquierda dos milímetros a
la derecha o a la izquierda. Como país tenemos que
aprovechar las oportunidades y una es que la Argentina,
entre la espada y la pared, principalmente para mantener la
gobernabilidad y la situación social bajo control, pueda
tomar decisiones que fortalezcan su inserción en el mundo
económico y financiero mundial.
—Hace pocos años declaramos default, obtuvimos una quita
inicial de la deuda de hasta el 70 por ciento, se dejó fuera
un porcentaje relevante de holdouts, se creció al 8 por
ciento por año, y después de todo eso, ¿volvemos a precisar
dinero del FMI? ¿Nos merecemos el respeto internacional que
reclamamos?
—Si los tecnócratas (del FMI) hubiesen sido lúcidos, habrían
hecho otro tipo de aportes a la Argentina y no los que
pedían. Venían y armaban planes que eran incumplibles para
el país, era una especie de profecía autocumplida.
—¿No tienen derecho a pensar que es la Argentina la que
tiene un apetito por la deuda incurable?
—Indudablemente que tenemos una historia lamentable de
vaivenes e incumplimiento de todo.
—¿Continuamente estamos en problemas tan extraordinarios que
siempre se justifica que estaticemos el Citibank?
—Absolutamente. Una cosa es estatizarlo en la peor crisis, y
otra cosa es andar estatizándolo todo el tiempo. Los
remedios extraordinarios son para momentos extraordinarios.
—¿En 2011 le gustaría ser intendente de San Isidro?
—Me había entusiasmado con eso, lo dije en mi comunicado.
—¿Le gustaría?
—No estoy seguro ahora, con la cabeza empezando a liberarse.
Por supuesto que sería interesante… Se abren otras
oportunidades y no sé cuáles pueden ser.
—¿Quién ganará en San Isidro el 28 de junio?
—La Coalición Cívica va a hacer una buena elección.
—¿Qué le pareció la decisión del intendente Posse de
construir un paredón para mejorar la seguridad del distrito?
—Estoy total y absolutamente en desacuerdo. Fue siempre
totalmente inútil por las características físicas que tenía.
Aunque no lo hubiera parado la Justicia, el Gobierno y el
escándalo nacional e internacional, una noche pasaba un tipo
con una pick up F100, lo enganchaba con una cadena y se
llevaba el muro al río. Eso no podía aguantar ninguna clase
de asalto.
—¿Lo hizo a propósito para obtener un rédito electoral?
—Es probable, pero a largo plazo se le va a volver en
contra. Lo del muro me pareció tan desgraciado y tan
representativo de la fragmentación que tenemos en la
Argentina...
—¿Su amigo Sergio Massa hipotecó su futuro político al dejar
la Intendencia de Tigre para ser jefe de Gabinete?
—Escuché encuestas de Tigre que dicen que tiene un 50 o 60
por ciento de apoyo. Debe haber crecido en conocimiento y
creo que no ha perdido la imagen de que intenta todos los
días hacer las cosas un poco distintas. Todavía no lo
hipotecó.
—¿Scioli es, como le endilgan peyorativamente, el “Chirolita
de Kirchner”, o es más inteligente de lo que se muestra?
—Me falta haberlos visto interactuando.
—Debe tener una conjetura…
—Nunca en privado escuché a Scioli decir que estaba en
desacuerdo con Kirchner o con la Presidenta. Me da la
impresión de que no es un aliado, es un socio político. Si
creemos que (Scioli) no tiene carácter, estamos equivocados.
—Cuando se discute si lo echó Kirchner o Scioli, todos los
argentinos entienden que Kirchner es Néstor, no Cristina.
¿Se podría decir que ya Cristina asumió el papel de los
presidentes en los países donde el jefe de Estado es el
primer ministro y ese papel lo ocupa Néstor Kirchner?
—Entre los funcionarios hay una enorme presencia de la
figura de él para todos. Probablemente, uno podría pensar
que como ex presidente podría no estar presente.
—¿Hay dos presidentes al mismo tiempo?
—No sé si quiero decir eso. Veo las consecuencias de un
liderazgo muy fuerte y, probablemente, los recuerdos de una
presidencia que iba viento en popa, que tiene mucho peso y
presión sobre los funcionarios, pero yo nunca escuché a un
funcionario decir que la orden se la había dado Kirchner.
—Nadie le va a creer.
—Repito que el problema es que yo hice lo que hice la semana
pasada y lo pagué carísimo por decir eso de lo que estoy
convencido. Lo hice durante siete años, y me fue bien. Hoy
día lo dije, y mire ahora.
—Yo veo que está mejor.
—Lo que digo es que nunca escuché a un funcionario diciendo:
“A mí la orden me la dio Kirchner”. Tampoco escuché a Scioli
ni a Solá decir: “Tengo que hacer esto porque me lo dice
Kirchner”.
—¿No fue Cristina Kirchner quien elogió su gestión?
—Sí, y después me lo dijo a mí. Creo que debe haber 200
senadores, diputados, intendentes, gobernadores y ministros
que me han contado los elogios de la Presidencia. Y también
comentarios positivos del ex presidente. La Presidenta me
dio la distinción especial del premio nacional a la calidad
por el trabajo nuestro cobrando impuestos en la provincia de
Buenos Aires.
—Pero ya había tenido un encontronazo con Kirchner, cuando
lo criticó durante una charla pública, a fin de año, ante el
grupo de intelectuales de Carta Abierta por haber embargado
a Aerolíneas Argentinas por impuestos impagos tras la
nacionalización de la empresa.
—Sí, vi ese video y vi que estaba muy enojado. Y también
después comprendió lo que yo tenía que hacer y se le pasó la
bronca. Nunca me dijeron que la bronca se le pasó.
—¿Cuál es su pronóstico del resultado de las próximas
elecciones? Vayamos distrito por distrito. Hablemos de la
provincia de Buenos Aires.
—Va a haber una disputa entre los dos peronismos. El
oficialismo va a estar por arriba, y va a hacer una muy
buena elección el peronismo disidente.
—¿Lo de Alfonsín?
—Va a ayudar, pero va a estar por debajo del peronismo
disidente.
—¿En Capital Federal también imagina al PRO ganándole a la
Coalición Cívica?
—Sí. Tiene a Gabriela Michetti y es imposible competir con
ella.
—¿Y en su Córdoba natal?
—No le va a ir bien al oficialismo en Córdoba.
—¿A quién ve primero?
—Estuve sintiendo un clima muy adverso contra el
oficialismo. Mire la distancia que ha tomado el gobernador
Schiaretti que hasta me ofreció trabajo a mí, pero…
—Pero no le alcanza para separarse.
—Hay un clima que no parece positivo para el oficialismo.
Sigue
—¿Después de las elecciones va a surgir un Congreso sin
mayoría oficialista?
—Si eso pasa, es una gran oportunidad. Hace muchos meses que
vengo planteando la necesidad de los acuerdos políticos. Y
no hablo de la foto tradicional que sale en los diarios.
Hablo de acuerdos comprometidos entre los distintos sectores
que ceden cosas para conseguir acuerdos de gobernabilidad.
Lo que estoy diciendo es que no hay margen… para la joda.
Hay crisis y tenemos una situación social terrible, y tiene
que ver con todos esos años de vaivenes y de ser los poco
serios, con no tener políticas de Estado porque no hay
acuerdos. Entonces volvamos a los acuerdos, como los de
estos dos frentes: el PRO-peronismo y la Coalición Cívica.
Los periodistas estaban equivocados porque marcaban la
fragilidad de la alianza. No. Tenemos por un lado a Macri, a
De Narváez y a Solá, todos con aspiraciones sólidas,
discutiendo y cediendo cosas para consolidar un espacio. Y
por otro, a la Coalición Cívica, al radicalismo y al
socialismo, todos con dificultades para aproximarse y con
líderes muy fuertes, sobre todo la Coalición Cívica, pero
los vemos aproximándose. ¿Sabe lo que significa esto? Que
tenemos una cantidad de dirigentes políticos de varios
partidos que están teniendo gimnasia para hacer los acuerdos
que hacen en Estados Unidos, por ejemplo en el Congreso,
para sacar el país adelante. Junte estas tres cosas: la
crisis, un Congreso sin mayoría absoluta y esta gimnasia de
acuerdos comprometidos por parte de los nuevos políticos.
—Frente a la agresión externa los grupos se cohesionan.
—Claro.
—¿Ese ánimo que ve en los dos sectores de la oposición lo ve
también en el oficialismo?
—El oficialismo nacional está luchando para tratar de
conseguir el mejor resultado posible. El día 29 van a tener
que seguir gobernando. A mí me importa más el 29 que el 28,
para serle sincero.
—¿Cómo va a ser el 29? ¿Piensa que el Gobierno cambiará su
estrategia y dialogará con la oposición? ¿Qué pasa si no?
—Hay componentes psicológicos en las personas que no pueden
llevar adelante ciertas cosas porque su naturaleza se lo
impide. Pero es muy distinto cuando uno estira las cosas
porque piensa que puede lograrlo que cuando uno está frente
a la realidad y se da cuenta de que no puede.
—¿O sea que usted no piensa que Kirchner está loco?
—Decir que una persona está loca está fuera de mi alcance.
Yo creo que es una persona que juega muy fuerte, pero… ¿Por
qué no hablamos de esto el 29?
—¿Cuál será la situación económica el 29 de junio?
—Nadie sabe lo que va a pasar en el segundo semestre y yo me
preparo para lo peor, aunque no signifique que vaya a pasar
lo peor.
—¿Cuál es el peor escenario?
—Que haya una caída mayor del nivel de actividad y que, por
lo tanto, la situación fiscal se complique y que las
demandas sociales no puedan ser atendidas. Y que requiera
soluciones extraordinarias, como generar recursos a partir
de acuerdos con el Fondo. Pero este es un caso extremo y no
es el escenario que tenemos que plantear. Pero lo que sí
tenemos que plantear es si ocurriera después del 29… A mí me
parece que no podemos ver lo económico sin juntarlo con lo
político. Si me llama el 29 y me dice que el diagnóstico
psicológico que se plantea es cierto (renuncia del
Gobierno)... bueno, puede serlo. Pero también puede ocurrir
que ante una realidad distinta el ser humano se adecue. Si
se adecua y tenemos acuerdos y realmente ante la crisis que
enfrenta la Argentina la dirigencia política hace uso de ese
mensaje de la sociedad… Porque la sociedad, al repartir sus
preferencias, está diciendo: “Quiero que gobiernen juntos”.
¿O no? Entonces a mí me parece que si hacen uso de eso y
muestran su madurez, pueden cambiar las expectativas
económicas.
—¿El dólar aumentará más su precio tras las elecciones?
—Eso es futurología. Obviamente, si hay un escenario de
incertidumbre y de crisis económica… Sabemos que el dólar es
un termómetro de eso.
—Pregunto si el Gobierno va a preferir que la economía
recupere la competitividad logrando una adecuación del
precio del dólar con la inflación que hubo durante los
últimos dos años.
—No estoy de acuerdo con que el tipo de cambio nominal sea
la única manera de recuperar competitividad para una
economía.
—No la única, pero es una posibilidad. ¿Sería un escenario
posible y razonable?
—Razonables nunca me parecen las devaluaciones. Pero posible
es.
—¿El blanqueo será exitoso o no alcanzará las expectativas
del Gobierno nacional?
—No se cuáles son las expectativas. ¿Cuáles son?
—¿Cuál le parece que sería la recaudación razonable que
justifique una medida de esta envergadura?
—En los años que estuve en la Provincia, sólo una vez le
erré a los pronósticos de recaudación por el 1%. Pero yo
hacía los planes. No hice esto de AFIP: no puedo responder
esa pregunta. Tiene que ser mucha plata. Pero no sé cuánto
es mucha plata para ellos.
—¿Entre 5 mil y 10 mil millones, entre 10 y 15, o entre 15 y
20 mil?
—Alguna vez un funcionario del Gobierno Nacional me dijo que
esperaban entre 8 y 10 mil millones.
—¿Le parece razonable?
—No lo sé.
—¿No hay ningún riesgo de default de la deuda en 2010?
—No lo sé.
—En el kirchnerismo estaban furiosos y convencidos de que
usted buscaba una salida elegante y con impacto mediático
para abandonar el kirchnerismo y sumarse al peronismo
disidente. ¿Se equivocaban?
—Totalmente.
—No duda en separar a Kirchner de la instalación de su
frustrada candidatura en San Isidro.
—Así es.
—El solo hecho de instalar la candidatura hacía jaque mate,
instalar la candidatura predeterminaba todo lo demás. ¿Y eso
no lo hizo Néstor Kirchner?
—Claro. Primero, ya hemos dicho que hay testigos indudables
que muestran que la operación de instalación no fue producto
del kirchnerismo. Segundo, nuestro jefe político había
decidido él hacer esto, y no podía aceptar que uno de sus
funcionarios no lo hiciera.
—Scioli, concretamente…
—Claro. A esa gente que estaba muy enojada conmigo le digo
lo siguiente. Les doy mi palabra a todos… Y lo pueden decir
algunas fuerzas opositoras que habían tenido reuniones
conmigo y a las que les cerré la puerta en la cara (cuando
le ofrecieron candidaturas) con un portazo tan fuerte que
les deje la nariz colorada. Porque les dije: “Miren, yo no
hablo de esto porque yo no voy a traicionar a Daniel Scioli.
Estoy en su proyecto político”. Pero sí podemos decir lo
siguiente. Lo que sí reconozco es que me vi venir que mi
tiempo en el gobierno provincial iba a estar contado después
de esta movida. Probablemente si yo no mandaba ningún texto
habría podido estirar la situación un poco más. Quizás hasta
el 9 de mayo, cuando se cerraran las listas, y se viera que
yo estaba y los periodistas dijeran que yo no quise ir. O
simplemente porque ante mi falta de participación en eso
perdiera la confianza del gobernador que me había pedido
llegar. Pero yo lo que sentí, y por eso lo hice y por eso
creo que las personas piensan que mi decisión pudo ser
forzada, es que pedí que no me sacaran y pedí además no
irme. Pero sí digo es que una vez que vi que mi tiempo en el
gobierno provincial estaba contado…
—¿Al ver su candidatura en los diarios dijo “yo fui”?
—Claro. Leí los diarios y dije: “Esto puede aguantar dos
días, dos semanas o pueden decir de hacerlo después de las
elecciones, el 29 de junio”. Pero “con esto estoy afuera”.
Entonces pensé que si ya habían decidido sacarme, iba a
salir como yo quisiera y cuando yo quisiera. O me fortalezco
dentro del gobierno o me echan. Y me echaron. Quise salir
con decencia.
—Al decir en su carta “estoy convencido de que Scioli es el
líder que, desde este espacio político, tiene la mayor
capacidad de escuchar y articular intereses políticos y
sectoriales”, ¿no estaba provocando a Kirchner, porque
eligió destacar al gobernador y no mencionó al otro
candidato a diputado, Néstor Kirchner?
—Me ha dado el argumento de los periodistas como usted que
intentan ver a Kirchner detrás de Scioli. Fíjese lo que
pongo en ese momento tan crítico de mi carrera. Ahí
identifico a Scioli como el hombre responsable que maneja la
situación política y ejecutiva de la provincia de Buenos
Aires. Es una prueba a mi favor y refuerza todo lo que he
dicho en este reportaje. No considero que Kirchner esté
detrás de las cosas que están pasando todo el tiempo. Creo
que lo invocan mucho más de lo que interviene. Al menos en
el caso de mi experiencia. Cuando alguien está en una
situación de liderazgo fuerte, muchos lo invocan. Esto hay
que entenderlo. Fíjese que en esa carta yo no invoco a
Kirchner. Invoco a Scioli. Y lo que digo ahí es así: Scioli
es un líder del justicialismo. Es quien tiene mejor
intensión de voto y mejor imagen. El justicialismo es una
fuerza política que va a seguir en el gobierno hasta el
2011. Por lo tanto todos tenemos que colaborar. Yo dije
frente a la crisis: “Cuidado, que si la crisis se agrava
todos van a tener que ir”. Usted va a tener que ir si se lo
piden. Por la patria. No por un proyecto político de
Kirchner. Estoy hablando de una situación de caos o de
crisis institucional.
—Póngase un instante en el lugar del lector que dice: “Qué
país raro, como habría riesgo de disolución de la patria
todos debemos colaborar, pero ¿hasta hace un año nuestro
país no era la quintaesencia del crecimiento?”. ¿Por qué en
Brasil y otros países vecinos la patria no está en riesgo y
aquí siempre lo está? ¿No nos psicopatean siempre con una
situación caótica?
—La historia de yo o el caos no la creo. Tengo esperanza de
que llegada la situación, el Gobierno y los sectores
opositores que surjan después de las elecciones van a
encontrar los elementos que podrían hacer que esta crisis
sea una gran oportunidad para nosotros. Si esto pasa, me
parece que vamos a empezar a ver un país distinto en
adelante.
—Yo creo que esto de vivir lo extraordinario como ordinario
está creado por los políticos para sacar ventajas.
—No sé si existe una mano negra que crea esto, pero las
consecuencias finales son que siempre tenemos que estar
justificando cosas extraordinarias y vivimos en el mundo de
lo extraordinario en lugar del mundo de lo ordinario. Y los
costos se ven en el empleo, en la producción, en inversión,
en crecimiento, en estabilidad.
—¿Por qué en lo extraordinario, como al principio de la
dictadura del Imperio Romano, se le permiten al presidente
poderes especiales?
—Le discuto eso. En la peor crisis de los últimos 80 años,
Obama tuvo que ir al Congreso para presentar su plan
anticrisis y el Congreso no se lo aprobó, y tuvo que estar
diez días para ponerse de acuerdo con las distintas fuerzas
en el Congreso de los Estados Unidos para poder sacar el
paquete anticrisis. Y en Chile las cosas no dejan de pasar
por el Congreso en ningún momento. A Chile se le cayó la
recaudación impositiva un 38% en mayo del 2008 y no hubo
ninguna medida extraordinaria.
—¿Deseaba Ud. poder salir del Gobierno lo más dignamente
posible y continuar su carrera?
—Sí, pensaba salir lo más dignamente posible, y nunca pensé
que eso era contradictorio con un período regular.
—¿No cree que su inconsciente le hacía desear salir antes de
2011?
—Yo ya había hablado con Scioli de que cuando terminara el
plan anticrisis, que imagino a mediados del 2010…, o quizás
a fin de año.
—¿Cree que la salida de la crisis va a ser a fin de año o a
mediados de 2010?
—Nunca hablamos en detalle de esto, pero dije: “Mirá, yo
quisiera completar...”. Porque una organización de ese
tamaño requiere muchos ajustes. Pero, además, aparece la
crisis y aparece este plan anticrisis… Son 24 o 26 medidas
de las cuales se habían implementado 12 y el resto estaba a
medio implementar. Es decir, es una locura haber buscado mi
salida ahora. Lo que yo imaginaba era…
—El año próximo.
—Claro. ¿Cuál habría sido el problema con que yo fuera a un
acto en el Salón Dorado de la Gobernación en el que el
gobernador Scioli le traspasaba la gestión a otro? ¿Cuál es
el problema de que sea amigo del gobernador y hacer un asado
de despedida con el personal? Yo me llevo la frustración de
no haber podido despedirme de mi personal con un gran asado.
Y no digo que me hagan homenajes. Hay gente a la que quizás
no vea nunca más, y desde el último día que yo me fui de mi
oficina sin saber que no volvía. Esto ha sido terrible. Si
se tiene que sacar una muela, ¿se la saca con una tenaza o
va a un dentista fino que se la saque con las herramientas
adecuadas? Yo quería hacerlo así. No quería usar una tenaza.
—Usted tiene una excelente relación con Felipe Solá. En un
reportaje durante la crisis del campo criticó en este diario
que el oficialismo haya sido ingrato con él. ¿Se siente más
cerca de Solá que de Kirchner?
—A Kirchner ni lo conozco y a Felipe Solá lo quiero y me
siento cómodo con él. Digamos que estamos hablando de un
amigo versus una persona que sólo conocí por los diarios.
—¿Se siente más cerca de Solá que de Scioli?
—Quedé un poco lastimado con Scioli porque no logré cerrar
este ciclo amablemente para el nivel de caballerosidad que
tenía nuestra relación. En este momento yo hablo con Solá
como con un amigo y con Scioli no puedo hablar.
—Usted dijo hace un año textualmente a este diario: “Cada
vez que abro el diario y no veo que Solá tenga un papel
importante, me pregunto si es razonable que un hombre de
esos quilates no esté cumpliendo con un aporte más
relevante”. Por lo menos se puede decir que avisó.
—Si yo hubiera sentido en forma explícita que tenía que
competir contra Solá, probablemente hubiera planteado la
situación. Me hubiera sentido muy incómodo.
—Es muy común en el peronismo, como prueba de fidelidad, que
se le pida a quien se recicló que abjure del gobierno
anterior. El propio Scioli ha tenido que dar continuas
pruebas de traición con quien había sido su jefe anterior,
primero con Duhalde a Menem, y después con Kirchner a
Duhalde. Es decir, ¿Scioli le pidió que hiciera lo mismo que
él hizo dos veces?
—No me sentía en San Isidro compitiendo con Solá.
—A nivel provincial, si estaban poniendo su nombre, frente a
la lista de Solá.
—Pero habría sido una campaña local. ¿Sabe lo que no me
banco de la política? Los agravios entre las personas por
una disputa política. Entonces, yo en San Isidro no me
hubiera sentido compitiendo en contra de Solá.
—¿Para qué lo ponían?
—Piensan que como el Partido Justicialista hizo una elección
pésima en las últimas elecciones, ni siquiera se pudo
acercar a la posibilidad de poner un concejal... Y yo creo
que ellos tenían encuestas que decían que…
—¿Usted arrasaba?
—No que arrasaba, pero sí que mejoraba la tendencia del
justicialismo y que quizá podía poner un concejal.
—¿Realmente cree que el objetivo de Scioli era poner un
concejal en San Isidro?
—Esa es una de las cosas que no me cierran.
—Entonces hay dos hipótesis: o quería sacárselo de encima o
aumentar las chances electorales del oficialismo en la
provincia de Buenos Aires.
—Creo que quería mejorar las chances electorales. Lo que me
cuentan es que hay un papelito en el que están contando
porcentajes. El lo hace pensando en el 0,75% más que en la
elección general. Esto le agregaba. Lo que sí creo es que
alguien genera esta alternativa con una muy buena
justificación, pero poniéndome entre la espada y la pared.
El que elucubró esto lo hizo como si no me conociera. Porque
saben que yo tengo límites, y hay cosas que no quiero hacer.
—Este 0,75% o 1% que hubiera sumado podría ser 1/3 de toda
la diferencia que saque la lista oficial.
—Cada voto cuenta. Eso es lo que se dice.
—Se habla de diferencias en las cuales el oficialismo puede
ganar o perder por un 1, 2, 3 o 4%. El rango se mide de a
1%. Por tanto, su aporte pudo ser importante. ¿Y con quién
compite Scioli en la provincia? Con Solá. Competir contra su
jefe anterior es una prueba que se le pide continuamente
dentro del peronismo para que muestre su lealtad.
—Es muy sofisticado su planteo. Creo que Scioli no pensó
eso. Como yo tampoco lo pensé. Usted dice: ¿puede ser que
ese porcentaje pequeño signifique que no se le gane al otro?
Puede ser. Ahora la pregunta es: ¿cuál es la consecuencia de
que tengamos algún voto menos respecto a que otro gane?
—Que Kirchner diga: “Si este señor se va el año próximo
porque quiere hacer su propia carrera, yo los servicios que
necesito ahora es que me traiga un 1% más”.
—Mis servicios no son ésos. Mis servicios son vivir
obsesionado con sacar adelante a la provincia de la crisis.
¿Qué pasa si tienen que parar las obras públicas porque no
tienen recursos? ¿Si tienen menos nafta para los patrulleros
y aumenta la inseguridad antes de las elecciones? ¿Qué pasa
si hay paro y tienen menos días de colegio porque no les
pueden pagar a los maestros?
—Ud. tiene una mirada económica influenciada por 2002 porque
lo vivió recaudando.
—Viví 2002. Pasé eso. Por ese motivo muchos piensan que el
plan anticrisis nuestro era muy severo. Y le dije: “Mira,
Daniel, yo me preparo para lo peor”. En mi renuncia pongo
algo que está dirigido a él. Le digo: “Señor gobernador, yo
me comprometí a desafiar la crisis y lo he hecho”. Porque en
enero y febrero se notó la baja en la recaudación.
—¿No lo entendieron?
—No entendieron mi aporte, ni que mi compromiso político se
expresa de esta forma en este caso. Yo sentí que no merecía
ser echado de esa forma. Si me tenían que sacar, el
tratamiento personal debió haber sido diferente.
—¿Llamarlo por teléfono?
—Por lo menos una conversación. Yo soy un caballero, no un
patotero. No voy a agredir.
—Ud. reitera que tiene límites. El primer límite es no
utilizar la recaudación de impuestos políticamente para
perseguir opositores...
—No sólo esto, sino la separación entre partido y Estado.
Cuando acá hubo actos políticos, se pretendía movilizar
dándole asueto al personal para que concurra a los actos.
Todos los organismos daban asueto. Pero yo no. ¿Qué carajo
tiene que ver ARBA con el acto político de un partido? Lo
hice durante mis 7 años.
—¿Que ARBA no fuera utilizada como herramienta política es
extendible también a la AFIP actual?
—Nunca escuché que una persona diga que lo presionaron con
esto o con aquello. Pero sí escuché que se comenta.
—El dueño de Canal 26 se queja de que luego de que se
hicieron criticas a las declaraciones juradas de Kirchner en
el programa de Leuco, recibió decenas de procedimientos de
la AFIP en todas sus empresas.
—No sabía. Pero a mí me ha pasado, sobre todo al comienzo,
que venían dirigentes de la oposición y me decían: “Esto es
un apriete político”. Y cuando les mostraba que habían
salido 620 mil intimaciones…
—¿No cree que Scioli y Kirchner saben que se van a
traicionar mutuamente, y cada uno está esperando el momento
justo para separarse del otro?
—Escucho estas especulaciones todo el tiempo. Pero nunca
escuché a Scioli protestar frente a la conducción de
Kirchner. Entonces me resulta difícil imaginar…
—¿Cree que la suerte de Scioli está atada a la de Kirchner?
—Por el momento, sí. Me pregunto por la salud mental de
Kirchner. Cuántas veces uno ve a una persona mesurada que
frente a una extrema presión hace una barbaridad. En este
caso puede ser al revés: que Kirchner le facilita a Scioli,
como consecuencia de un proyecto electoral para el 2011, esa
diferenciación.
—Imaginemos que el 28 de junio Kirchner gana gracias a
Scioli. El día después de las elecciones, ¿no cambia su
relación política con Kirchner?
—Indudablemente, saldría muy fortalecido si gana con un
número bueno. Pero si la relación es realmente una sociedad
política, no creo que haya grandes cambios. Porque fíjese lo
que pasó con Cristina. Podríamos haber dicho que cuando la
entonces senadora se convirtió en Presidenta y el entonces
presidente se convirtió en ex presidente, podría haber
habido un cambio en las relaciones de poder ahí adentro.
Pero, obviamente, son una sociedad política y no hubo
cambios. Si Kirchner y Scioli son una sociedad política, el
hecho de que Scioli gane, yendo sólo a la elección, no
generaría tantos cambios en las relaciones de poder.
—¿Podría Scioli pelearse con el Gobierno nacional sin que le
resulte ingobernable la provincia? ¿Podría ser un estrategia
de Scioli realmente asumir como diputado y presidir esa
cámara dejando a Balestrini como gobernador?
—No creo. Lo que yo pongo en duda es que pelearse con el
Gobierno nacional signifique que la provincia caiga en la
bancarrota.
—¿Por qué cree que Kirchner será candidato si las encuentas
indican que Scioli sacaría más votos sin él ?
—Se va a presentar porque son muy decididos y quieren
testear su proyecto político y el nivel de aceptación en la
sociedad. Y me parece muy sano que se presente porque a la
sociedad tenemos que presentarle las cosas claras.
—¿Se va a presentar no por los votos sino por principios?
—No sé si por principios, pero me parece que él juega de
frente, no anda con rodeos. Y me parece bien que si la
sociedad tiene que darle su apoyo al proyecto político tal
como está, que se lo dé en las urnas. Y si le da menos
apoyo, y le da espacio a otras fuerzas, bueno, entonces
tendremos que saber escuchar el mensaje de la sociedad.
—¿Qué opinión le merece este anuncio de Duhalde según el
cual vuelve para recuperar el poder del PJ?
—No creo que pase eso.
—¿Cree que Duhalde todavía puede asumir cargos políticos?
—No lo sé. Con respecto a futuro político, creo que Duhalde
tiene presente y futuro políticos en cuanto a que debe estar
presente en mesas de diálogos. Ni siquiera sé si él mismo
aspira a una participación que implique su regreso al Poder
Ejecutivo.
—¿Y al poder partidario?
—Claro. Es como decir que el radicalismo no quería que
Alfonsín fuera un referente de peso. Lo fue hasta el último
momento. Duhalde es un líder político que hay que escuchar y
respetar.
—Usted se recibió de contador en tres años, una carrera que,
normalmente, lleva cinco, y fue el mejor promedio de su
promoción. Desde una función donde nadie se hizo popular,
logró trascender masivamente y en lugar de cosechar el
rechazo, como la mayoría de los recaudadores de impuestos,
logró hasta ser popular. ¿Cuál será su próximo gran desafío?
¿Ser jefe de Gabinete de un futuro gobierno peronista no K?
—Mi sueño es cambiar mi experiencia de recaudador y toda la
que tengo hasta ahora por un espacio de liderazgo en algún
proyecto político que me permita cumplir con un papel clave
en la transformación de la realidad.
—¿Y qué es clave? ¿Un intendente puede ser clave?
—Puede ser un paso. La realidad se modifica en una
intendencia. Por supuesto que el alcance del proyecto estará
definido por las posibilidades. Uno no juega solo. Hay
muchos otros que también tienen aspiraciones de ocupar un
lugar de liderazgo.
—¿Tenemos una ciudadanía ciclotímica y una dirigencia
hipócrita? Si hubiera aceptado la candidatura testimonial lo
habrían criticado con dureza; ¿al rechazarla casi todos lo
aplauden?
—En general, me iba muy bien en la calle. Recibía una o dos
puteadas por año y reconocimiento y bromas amistosas en
todos lados. Lo que cambió es que tengo muchas más
felicitaciones espontáneas. Y en gran medida, es de gente
que antes no me tenía simpatía, pero que dice: “Yo no le
tenía simpatía, pero me gustó que no aceptara esto”.
—¿Logró conquistar a los que antes no lo miraban con
simpatía?
—Seguramente no a todos. Pero esa gente que estaba molesta
porque fue a hacer su trámite y le salió mal y perdió su
tiempo por culpa mía o esa gente a la que no le gustaba lo
que le estábamos cobrando, de repente, cambia. Y no es que
le hayamos devuelto el dinero. Cambia porque encuentra algo
que estaba buscando, y que seguramente tiene que ver con un
valor que quería ver.
—Más allá de que la oposición esté fragmentada, hay un 70%
de la sociedad que no apoya al Gobierno. Por tanto, en este
momento, es muy oportuno despegarse del Gobierno.
—Pero si hubiera seguido en la tarea de recaudación, yo no
habría perdido.
—Pero hoy tiene más.
—Ah, sí. Está bien. Ojalá… Todo esto sólo sirve si podemos
ser agente de cambio. Lo que le pido a la gente es que me
den un espacio de confianza para tratar de ser agente de
cambio. He demostrado que no aceptamos cualquier cosa, lo
que íntimamente no estamos dispuestos a hacer, que tenemos
un límite. Y que si bien me tocó hacer una experiencia en
una tarea desagradable, quiero la oportunidad de poder
cambiar las cosas en un sentido positivo y brindar servicio.
Y tengo la capacidad. Tengo una visión. Tengo un equipo
técnico. Tenemos la capacidad de comprometernos por
resultados.
—¿Cómo va la vida, dedicado a recorrer programas de TV?
—Gasto mucho tiempo en eso, pero sé que es por unos días. Y
también sé que dadas las características de mi alejamiento,
no tuve lo que yo sentí que tenía derecho a tener: poner en
valor mi trabajo. Y lo que ahora intento hacer es
despedirme, cerrar el ciclo. También es una manera de evitar
que las penas nos ataquen, porque el primer momento de la
salida de ARBA fue durísimo.
—Antes de ser funcionario fue periodista en su Córdoba
natal, donde escribió en el diario “La Voz del Interior”.
¿Habrá un Montoya columnista ahora que no es más
funcionario?
—Puede ser. Depende de cuál sea la etapa que se abra. Porque
si vamos a trasformar la realidad, ocupar los espacios
comunicacionales es muy importante. La semana pasada tuve un
cruce de notas con el candidato de la Coalición Cívica,
Prat-Gay, sobre el tratamiento a darle a la feria de La
Salada, y me sentí absolutamente satisfecho porque sentí que
era una discusión del país que a mí me gustaría tener. Sentí
que el espacio de la comunicación no sólo es para salir
haciendo picardías, sino para proponer debates sobre temas
de fondo.
—¿Está a favor o en contra de una nueva ley de
radiodifusión?
—No conozco la problemática de la radiodifusión. Sé que hay
un problema, pero no lo conozco.
—Usted es hincha de Belgrano de Córdoba y conoce bien la
lógica futbolera. ¿Le llamó la atención que el domingo
pasado las barras de Boca y de River desplegaran banderas
gigantes contra Clarín?
—Sí.
—¿Qué reflexión le merece?
—Pretendo ser presidente de Belgrano. Y ahí voy a
transformar la realidad. Va a ser una revolución celeste. Y
una de las cosas que me preocupa es la injerencia de la
política en el deporte. Así como vi la separación entre
partido y Estado, quiero trazar un paralelismo con esto
otro. Es absolutamente negativo y estoy totalmente en
contra. Ahora, ni siquiera podemos decir que fue la política
la que obligó a pegar los carteles, pero, bueno, la
casualidad es muy grande.
—Si hubiera sido la de Boca sola o la de River sola, podría
haberse simulado un acto espontáneo; ¿se hizo el mismo día
con las dos hinchadas porque el Gobierno no piensa bien,
piensa que la mayoría no piensa, o porque quieren mostrar
que son ellos y atemorizar?
—Está claro que hay alguien detrás de esto, pero no sé
adónde vamos con este tema.
—Si beneficia o perjudica al Gobierno.
—No entiendo dónde puede estar el beneficio de esto.
—Y a Ud., ¿para qué cree que le puede servir estar contando
lo que le pasó?
—Después de siete años de recaudador, en los que uno se pone
una especie de coraza, me interesa mostrarle a la gente lo
que en realidad soy y somos en mi equipo: humanos comunes,
con preocupaciones, sueños. Como recaudador uno cultiva una
imágen mentrosa. Ahora podemos mostrar cómo realmente somos.
Esta es mi estrategia: basta de aparentar para cumplir una
función que ya fue.
Entrevista por
Jorge Fontevecchia, diario Perfil.